Autonomía Progresiva: Escuchar al niño, qué necesita, qué quiere




Escuchar al Niño
Por Carlos Pajtman
Es frecuente que llegue a la consulta jurídica en materia de relaciones de familia, esa pregunta: “¿y se hace lo que el niño diga? ¿El decide que quiere?”-
La primera respuesta es Sí. Inmediatamente viene la coma y el “pero”, no es lo mismo un niño o niña de 3 años que de 14 años.-
Igualmente pienso que los padres, habitualmente tratamos (o debiéramos) de hacer lo que los niños y niñas necesitan, y eso, no esta tan lejos de lo que los niños y niñas quieren y piden.
Podríamos hablar de muchas aristas que tiene esta cuestión, pero baste remitir al tratado Internacional de los Derechos del Niño. Para que se comience a comprender y se pueda saber, vamos a tomar solo un tema cercano y es lo que en derecho llamamos “autonomía progresiva”.
Esta autonomía progresiva se vincula a crecer, y tiene que ver con eso de “no es lo mismo con 3 años que con 14”, porque la implicancia es que a medida que el niño o niña va desarrollando sus aptitudes psicológicas, físicas va adquiriendo nuevas habilidades, seguridades y capacidades para decidir cada vez más cantidad de situaciones sin necesidad que otro decida sobre sus derechos.-
Ese desarrollo implica necesariamente que las leyes que dicen que los niños y niñas son representados por sus padres vayan flexibilizándose en el sentido de que paulatinamente se ejerzan derechos, para que cuando lleguen a los 18 años, ya puedan asumir todas sus responsabilidades.-
Es decir que la autonomía progresiva concluye en capacidad progresiva como implicancia necesaria del crecimiento.-
El refranero popular africano dice que para criar un niño hace falta un pueblo, pues bien ese pueblo y, arrancando por los padres, debe saber oírlo, escucharlo y amarlo. Claro que hay cosas que un niño o adolescente no puede “aun” hacer, y tiene que oír de sus pares y de sus padres lo motivos. Los que vivimos la generación del “NO y PUNTO”, sabemos que nos hubiera venido bien una explicación, que después y a veces trágicamente, la vida se encargo de enseñarnos. Lo que quiere hoy la ley, y por eso las facultades legales de autodeterminación de los niños, en la medida que adquieran las competencias necesarias, es un adelanto en las relaciones parentales y de mejor desarrollo de los hombres y mujeres para el SIGLO XXI.-
